Semana santa es tiempo de torrijas. Aunque todos hemos sentido esa gula divina en cualquier momento del año. No es verdad que esta delicia deba tomarse en un momento determinado. Las torrijas pueden comerse en cualquier instante del día, desde el desayuno a la cena, pasando por un buen postre. Incluso, al ser días de acostarse tarde, son un buen remedio para irse a la cama con algo en el estómago.
No se trata de un postre excesivamente complicado, pero sí que precisa de bastante atención para su preparación.
Como en casi todas las recetas de nuestro país, existen numerosas versiones: con vino, crema, leche o almíbar. En esta ocasión os daremos la receta básica, para que, si queréis, innovéis por vuestra cuenta.
Ingredientes:
- Pan (debe tener cierta consistencia para que no se nos despedace al sacarlo de la leche) en rebanadas.
- Leche entera
- 2 Huevos
- Aceite
- Azucar
Pasos
Cogemos las rebanadas de pan y las empapamos en leche. Batimos los huevos, como si de una tortilla se tratase y preparamos la sartén con aceite.
Pasamos el pan empapado en leche por el huevo y lo ponemos en la sartén con un fuego medio-alto. Las rebanadas no deben sumergirse en el aceite, se hacen vuelta y vuelta hasta que adquieran su característico color dorado y se van sacando del fuego.
Una vez que la hemos retirado de la sartén espolvoreamos azucar de forma abundante por encima.
Consejos
Lo más importante es tener una buena leche, que sea sabrosa y de cremosidad al pan. Y un buen aceite, límpio, que no altere el gusto de las torrijas.
¡A disfrutar!