Las Fallas,
también llamadas fiestas josefinas o festes de Sant Josep ,
son las fiestas más internacionales y tradicionales a la vez de la ciudad de
Valencia y de diferentes poblaciones de la Comunidad Valenciana.
Se celebran cada
año desde el 15 al 19 de marzo, aunque se empiezan a calentar motores a partir
del 1 de marzo con las mascletás,
exhibiciones pirotécnicas que tienen lugar en la Plaza del Ayuntamiento.
El 15 de marzo es la fecha en la que se produce la tradicional plantà de fallas. Se trabaja durante toda la
noche para instalar más de 700 figuras, conocidas como ninots, por las calles y plazas de la ciudad. Estas enormes
estatuas pueden alcanzar hasta los 20 o 30 metros de altura y representan caricaturas
o sátiras para criticar a políticos, personajes famosos o los acontecimientos
más relevantes del año.
En valenciano medieval, la palabra falla
servía para nombrar
las antorchas; de ahí aprendemos parte de la historia de esta tradición.
El origen de la celebración se remonta a los parot de los carpinteros: una lámpara de
madera con la que iluminaban los talleres en invierno y que quemaban en la
calle la víspera del día de San José, para anunciar su festividad. Al comienzo se les otorgaba un aspecto humano adornándolos con trapos viejos, hasta que a mediados del
siglo XIX, empezaron a aumentar su volumen y altura y a mejorar sus formas,
convirtiéndolas en monumentales muñecos decorativos.
Sin embargo,
existen numerosas otras versiones sobre el origen de estas fiestas.
En 1895 se crean
los primeros premios a las fallas más artísticas; gracias a ello, los ninots se
transformaron en obras de grande creatividad que darán paso a la profesión
del Artista Fallero. Posteriormente, los artesanos incorporaron un
nuevo procedimiento: la reproducción de moldes en cartón piedra. La creación de
la falla fue evolucionando hasta la actualidad, donde la mayoría de monumentos
están compuestos de porexpán.
Es posible disfrutar de estas impresionantes escenas hasta la
noche entre el 19 y el 20, cuando se realiza la cremà: la quemada de todos los
ninots con música y fuegos artificiales. Solo un ninot queda exento de las
llamas y, elegido por votación popular, entrará a formar parte de la colección
del Museo Fallero.
Y para terminar de forma satisfactoria la experiencia fallera, no puede faltar una rica paella valenciana.
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